Salimos cargaditos de mochilas y niños a las 9 de la mañana. Para llegar a la estación de Shinagawa, hay que caminar 15 minutos, luego coger tres trenes distintos con trasbordos larguísimos. Llegamos justo a la hora de coger el tren bala hacia Kyoto. Leo estaba ya impaciente de cogerlo, cada vez que cambiábamos de tren preguntaba si ése era por fin el tren bala.
Llegamos a Kyoto en nada gracias a la velocidad supersónica del Shinkansen. Para llegar más rápido al hotel, decidimos coger una linea de cercanías y bajarnos una estación más adelante. Error: había retraso y nos quedamos media hora con mochilas y niños encerrados en el tren como sardinas en una lata. Depués de salir del tren del infierno, tardamos en encontrar el hotel a pesar de múltiples planos en diversos formatos, total que de la estación a la habitación tardamos unas dos horas.
Nuestro hotel:
Arklead Gojo Horikawa Guesthouse
700-1 Kakimotocho Shimogyo-kyu
Es un apartamento más que un hotel, y tuvimos un problemita ya que no admitían nada más que un niño y aparecimos con dos. Pero al vernos cargados y sudados con dos rubios encima, nos dejaron quedarnos. Las habitaciones tienen cocina, microondas, lavadora y una mesa con sillas. El baño es estilo japonés con calefactor integrado para el aire y el agua. Con el agua me apañé, con el aire menos y se tuvo que quedar encendido toda la noche. Incluso había una tele miniatura para ver mientras se baña uno.

Después de descansar un rato fuimos a alquilar unas bicis (habíamos visto unos folletos en la entrada del hotel). Venían con sillitas y todo, incluso se podían alquilar unas eléctricas pero ya no las había entonces las reservamos para el día siguiente. Con nuestros nuevos vehículos fuimos a explorar la ciudad en busca primero de unos columpios que habíamos visto desde el tren. Había unos vagones de tranvía antiguos convertidos en puestos de comida.
Para cenar, encontramos un restaurante con menú en japonés pero con fotos de las comidas, así que escogimos medio al azar. Sorpresa, lo que habíamos pedido era secreto ibérico y carrillada de ternera, todo muy rico y con verduras fresquisimas.
Llegamos a Kyoto en nada gracias a la velocidad supersónica del Shinkansen. Para llegar más rápido al hotel, decidimos coger una linea de cercanías y bajarnos una estación más adelante. Error: había retraso y nos quedamos media hora con mochilas y niños encerrados en el tren como sardinas en una lata. Depués de salir del tren del infierno, tardamos en encontrar el hotel a pesar de múltiples planos en diversos formatos, total que de la estación a la habitación tardamos unas dos horas.
Nuestro hotel:
Arklead Gojo Horikawa Guesthouse
700-1 Kakimotocho Shimogyo-kyu
Es un apartamento más que un hotel, y tuvimos un problemita ya que no admitían nada más que un niño y aparecimos con dos. Pero al vernos cargados y sudados con dos rubios encima, nos dejaron quedarnos. Las habitaciones tienen cocina, microondas, lavadora y una mesa con sillas. El baño es estilo japonés con calefactor integrado para el aire y el agua. Con el agua me apañé, con el aire menos y se tuvo que quedar encendido toda la noche. Incluso había una tele miniatura para ver mientras se baña uno.
Después de descansar un rato fuimos a alquilar unas bicis (habíamos visto unos folletos en la entrada del hotel). Venían con sillitas y todo, incluso se podían alquilar unas eléctricas pero ya no las había entonces las reservamos para el día siguiente. Con nuestros nuevos vehículos fuimos a explorar la ciudad en busca primero de unos columpios que habíamos visto desde el tren. Había unos vagones de tranvía antiguos convertidos en puestos de comida.
Para cenar, encontramos un restaurante con menú en japonés pero con fotos de las comidas, así que escogimos medio al azar. Sorpresa, lo que habíamos pedido era secreto ibérico y carrillada de ternera, todo muy rico y con verduras fresquisimas.
¡Hasta mañana!
