Fue una paliza de viaje. Sin contar que el bloguero es el que menos descansa.
Para empezamos madrugamos para salir a las 10 de la mañana de Madrid hacia Doha, Qatar, del tirón y sin siesta. Menos mal que el vuelo fue buenísimo, y los niños también. Era un avión grande con mucho espacio para las piernas, comida rica, menú infantil, juguetes para los peques, pantalla individual... Todo un lujo.
En Doha, no vimos ninguno de los edificios famosos que siempre se ven en la tele y nos fuimos directos al hotel Kingsgate, o más precisamente a la piscina del hotel Kingsgate, donde charlamos con un Español que vendía máquinas de hacer chapas a los qataríes. Nos contó que ya son 4000 los españoles vivendo en Qatar gracias a la movilidad exterior.
Después del baño fuimos al zoco local que al parecer es lo único bonito de la ciudad.
Había mucho ambientillo ya que era viernes y miramos a los transeúntes, jeques vestidos de blanco con sus mujeres enteramente de negro, trabajadores indios, algún occidental.
Escogimos el lugar que nos pareció el más auténtico donde estaban comiendo locales. Comimos chicken curry, chicken pasta y chicken rice, todo un poco seco pero lo comimos todo con apetito.
Acabamos cansados
Después de una noche muy corta de por si y además interrumpida por el muezzin a las 3 y media de la madrugada, despegamos otra vez, esta vez sí que vamos a Japón. Fue muy largo, casi 10 horas en el aire, con lo poco que me gusta a mí volar. Casi no dormimos en ese vuelo tampoco, los niños vieron muchos dibujos pero se portaron fenomenal a pesar de estar largas horas sentados en un asiento.
Para empezamos madrugamos para salir a las 10 de la mañana de Madrid hacia Doha, Qatar, del tirón y sin siesta. Menos mal que el vuelo fue buenísimo, y los niños también. Era un avión grande con mucho espacio para las piernas, comida rica, menú infantil, juguetes para los peques, pantalla individual... Todo un lujo.
En Doha, no vimos ninguno de los edificios famosos que siempre se ven en la tele y nos fuimos directos al hotel Kingsgate, o más precisamente a la piscina del hotel Kingsgate, donde charlamos con un Español que vendía máquinas de hacer chapas a los qataríes. Nos contó que ya son 4000 los españoles vivendo en Qatar gracias a la movilidad exterior.
Después del baño fuimos al zoco local que al parecer es lo único bonito de la ciudad.
Había mucho ambientillo ya que era viernes y miramos a los transeúntes, jeques vestidos de blanco con sus mujeres enteramente de negro, trabajadores indios, algún occidental.
Escogimos el lugar que nos pareció el más auténtico donde estaban comiendo locales. Comimos chicken curry, chicken pasta y chicken rice, todo un poco seco pero lo comimos todo con apetito.
Acabamos cansados
Después de una noche muy corta de por si y además interrumpida por el muezzin a las 3 y media de la madrugada, despegamos otra vez, esta vez sí que vamos a Japón. Fue muy largo, casi 10 horas en el aire, con lo poco que me gusta a mí volar. Casi no dormimos en ese vuelo tampoco, los niños vieron muchos dibujos pero se portaron fenomenal a pesar de estar largas horas sentados en un asiento.
¡Y por fin llegamos a Tokyo!
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