dimanche 17 mai 2015

13-15 de mayo: el largo camino del retorno

Salíamos de Tokyo el día 13 a las 10 de la noche, así que teníamos otro día entero para explorar la capital. Tomoko nos había recomendado ir a Asakusa, un templo famoso por su lámpara gigante en la entrada (se ve a menudo esta imagen como representación de Tokyo). Nos indicó qué trenes y metros tomar para llegar. Pero como vive muy lejos en las afueras, cuando íbamos por Ginza llevábamos 1h30 en el tren y nos quedaban, según la pantalla del metro, otros 26 minutos para llegar. Para no volvernos psicóticos, decidimos cambiar el plan y bajarnos en la estación de Ginza. Una vez fuera, caminamos en dirección a Tsukiji, el mercado de pescado donde habíamos cenado el primer día. Pasamos delante del teatro de Kabuki (antiguo teatro jaonés):


Justo donde empieza el barrio de Tsukiji, encontramos un restaurante bonito donde comimos nuestro último plato de sushi.





Dimos una vuelta por el parque del palacio imperial y por el barrio de la estación de Tokyo.







De camino, encontramos un agradable parque con columpios para pequeños y grandes, incluido una tirolina. Fue un respiro agradable antes de la larga vuelta en tren hasta la casa de Tomoko.




Nos pusimos en marcha para el aeropuerto de Narita, a unas dos horas en coche del barrio de Kinuta donde nos alojábamos. Llegamos prontito y tuvimos tiempo de tomar unas copas de despedida.
¿Por qué viven mis amigas tan lejos?

Una larga noche de avión más tarde (en el sentido este-oeste, el vuelo se alargó bastante - 11:30 en vez de 9:30 a la ida). Yo no dormí casi nada ya que los niños se despertaron por turno. Llegamos a Qatar a las 4 de la mañana y se hizo de día poco después, así que aprovechamos las horas tempranas para dar una vuelta por el barrio diplomático donde se encuentran todos los edificios famosos, los que se ven en las fotos.


Lo curioso es que está toda la ciudad en obras, incluso donde se encuentran esos edificios. Sólo se oye ruido de maquinaria y está todo lleno de polvo y de arena del desierto. Fuera en la calle, a primera hora de la mañana y supongo que a todas horas también, no se ven qataríes sino trabajadores indios, pakistaníes, nepalies etc. A las 6:30 de la mañana, el calor se volvió más intenso, pero todavía no insoportable. Paramos en unos columpios al lado de una pradera de césped verde mantenido por un sistema de riego que hizo la alegría de los niños.





Se puede apreciar la skyline en el fondo. Allí también nos cruzamos solamente con africanos, filipinos e indios. Los únicos qataríes que vimos fueron en un sitio cercano al zoco que ofrecía paseos en camello.


En el zoco, contra toda esperanza encontramos un sitio que ofrecía desayuno con huevos fritos. Nos premitió hacer un poco de tiempo para no llegar demasiado temprano a nuestro hotel, el mismo que al principio del viaje (nos había gustado la piscina). El hotel está dentro de un barrio menos espectacular que el barrio diplomático. Eso es la vista desde la ventana de la habitación:





Como hacía ya demasiado calor para estar fuera y además estábamos agotaditos, nos bañamos en la piscina, nos echamos una siesta y comimos pollo a la barbacoa que Chema nos fue a comprar en un retaurante indio. Luego más piscina y más siesta. Pensábamos salir a cenar, el zoco es muy agradable por la noche, pero no hubo manera de despertar a los niños así que salimos un poco antes de las once y compramos una hamburguesa donde el indio de antes.

Y ya se acaba este blog, me despido hasta que empecemos nuevas aventuras.

¡SAYONARA!

samedi 16 mai 2015

12 de mayo - Kinugawa Onsen

Kinugawa Onsen parecía un pueblo lleno de actividades potenciales: en el plano que nos dieron venían indicados, además de varios balnearios, una pista de Kart, un museo de dinosaurios, un mundo miniatura y un Japón miniatura, un teleférico, un castillo de chuches, y otras muchas cosas. Parecía todo muy cerca. Por supuesto no fue así, y nos dimos cuenta nada más empezar el día, cuando nos pusimos a buscar el teleférico. Anduvimos unos 25 minutos en vez de los 10 que habíamos calculado con el mapa. Pero bueno, allí estaba, y abierto.





Desde arriba se apreciaba todo el valle del río Kinugawa. El conjunto daba una impresión de abandono y de grandeza pasada. Me recuerda algunos pueblos balnearios del interior de Francia que son así.




Una vez arriba, se puede caminar hasta un templo (650m) o coger un camino que baja hasta el pueblo (1,2km). En el camino del templo nos encontramos con un cartel que no hizo mucha gracia a Leo:





Por supuesto, no vimos ningún oso y fuimos a ver un mini-zoo de monos que tenían puesto al lado de la casita del teleférico. Estaban tan infelices las pobres criaturas que parecía una campaña al favor del veganismo.





Bajamos con el teleférico y nos pusimos en busca del museo de dinosaurios. Cogimos el tren de cercanías hasta el extremo oeste del valle, luego un taxi que nos llevó al famoso museo, donde Leo condujo un robot-dinosaurio y vieron películas en 3D. Según Chema, fue muy malo pero pasaron el rato. Yo no estuve, me fui a probar un onsen a 15 minutos de allí. Muy bueno, con baño exterior y sauna.





Después de esas actividades, otra vez nos pusimos a andar por el paisaje desolador del valle y llegamos a la estación de trenes justo según empezaba a llover.





Para volver a Tokyo, cogimos un primer tren de cercanías hasta Imanichi, donde cambiamos de estación para coger un tren de JR (gratis para nosotros, pero hubo que mojarse otro poco), luego la Nikko Line hasta Utsunomiya, y por fin un Shinkansen hasta la estación de Tokyo.


jeudi 14 mai 2015

11 de mayo - Nikko

Nikko es por parte una estación de montaña donde se puede esquiar y disfrutar de baños termales, por otra parte un centro religioso importante con varios templos patrimonio de la humanidad. Empezamos nuestro día en Nikko comprando un bono de autobús de turistas que lleva a todos los sitios del pueblo que son patrimonio de la humanidad, y nos bajamos en la primera parada que se bajaban también unos turistas latinoamericanos. Nos dijeron que su sensei (maestro japonés) les recomendaba este sitio.

Al aproximarnos a Rinno-ji, vimos un edificio grande que recubría el sitio donde debía estar el templo, y pensamos que el templo estaría en renovación. Pues sí que estaba, y tanto que no quedaba nada de él.


Se podía subir por una escalera (o se debía ya que era lo único que se podía aprovechar de los 500 yenes del billete de entrada), hasta llegar a un pasillo con ventanas que daban a la obra. Se veían obreros que tallaban piezas de madera copiando exactamente las antiguas que tenían al lado. Se las veía podridas, y de hecho había carteles con dibujos de gusanitos que se comían la madera. También parece que el templo había sufrido algún daño en el terremoto del 2011 (el de Fukshima). Luego aprendimos que hacían ese tipo de reforma completa una vez cada 100 años.


Todo eso era muy interesante, pero nos sentimos un tanto estafados con el precio de la entrada, ya que no había ni un cartel en inglés que indicaba el estado del templo y no nos lo dijeron tampoco. El sitio estaba lleno de jubilados japoneses que sí sabían a lo que iban y leían los carteles interesados.

Tras ese fracaso nos fuimos a ver el segundo templo incluido en el billete combinado que habíamos comprado, el mausoleo de Taiyuin. Es famoso por sus cuatro demonios, que tienen una mano alzada para acoger al visitante de corazón puro y la otra para abajo para rechazar a quien viene con malas intenciones.






Pasamos del siguiente templo importante, el Toshogu, que costaba 1300 yenes y tal vez habríamos visto sin rubios, pero preferimos tomar un helado en la cafetería del museo.

Bajamos andando por el río hasta el dicho abismo de Kanmangafuchi, que no es un abismo ni mucho menos, pero el paseo es agradable con buddhas sembrados por el camino.



Comimos tallarines en un garrito al lado del camino del abismo y nos volvimos al pueblo en autobús. De allí cogimos el tren hasta Kinugawa-Onsen donde teníamos una habitación reservada.

Como lo indica su nombre, Kinugawa-Onsen es conocido por sus múltiples baños termales. Por lo tanto tiene unos cuantos macrohoteles de esos que parece que puede acoger seis autobuses de chinos. Nuestro hotel era uno de esos, situado en una banda estrecha de tierra entre la autopista y el bosque densísimo del monte japonés. Fuimos acogidos por un empleado muy simpático que no hablaba ni una palabra de inglés y me hablaba con un flujo de frases japonesas de las que entendía unos 5%. Muy amablemente nos indicó un sitio excelente donde cenar, y nos fuimos a nuestra habitación de lujo. En todo el hotel de 8 plantas parecía que eramos solo dos clientes, ambos en la cuarta planta. El restaurante estaba cerrado pero había café, una silla de masaje y una biblioteca (todo en japonés).


Hotel Ootaki
Kinugawa-onsentaki
Nikko

mardi 12 mai 2015

10 de mayo - Tokyo

Otra vez estábamos en Tokyo. Habíamos planeado pasar dos días en la región de Nikko, al norte de Tokyo, y nuestro tren era por la tarde. Así que aprovechamos la mañana para dar una vuelta por el centro de Tokyo. Tomoko nos llevó al ayuntamiento de Tokyo, que es una torre de 50 pisos con dos miradores en el piso 45.

El edificio:


Y las vistas desde el mirador sur:


Arriba hay un café y una tienda de recuerdos de todas la regiones de Japón. Después de bajar fuimos al parque de Shinjuku con un montón de niños donde se pudieron tirar de un tobogán gigante de piedra y escalar una ballena (también de piedra). Comimos un picnic y nos fuimos al tren para Nikko. Cambiamos en Utsunomiya y contra nuestra voluntad en otro pueblo chiquitín ya que el tren que habíamos cogido no continuaba hasta Nikko.

Llegamos a Nikko ya de noche y tuvimos que andar hasta nuestro hotel que estaba un poco alejado de la estación, sobre todo para unos niños de 3 y 5 años. Finalmente nos acogió el dueño de la muy recomendable
Nawusara Lodge
http://www.nikko-narusawa.com/english-frame.html

Es una casa pequeña de estilo japonés con pocas habitaciones, todas con tatami y futon. Además cuenta con un comedor equipado con microondas y grill, café y té gratis, y ni tienes que fregar los platos tras usarlos, lo hace el dueño. Después de enseñarnos la habitación me llevó al supermercado en su coche, y cenamos de maravilla en el dicho comedor. Nos quedaba por ver Nara y sus alrededores, pero eso será para mañana.

dimanche 10 mai 2015

9 de mayo - Mishima y Shuzen-ji

Habíamos quedado con mi amiga Tomoko en Mishima al mediodía, así que hicimos tiempo viendo la ciudad. Como no venía ni en nuestra guía ni mucho en Internet, empezamos por el parque que estaba al lado de nuestro hotel. Sorpresa, contenía atracciones para niños, así que pasamos un buen rato allí.

Excavadora de juguete fabricada en España, ni más ni menos.


Espejos deformantes


Del parque pasamos al templo donde se celebraban bodas y bautizos, creemos que varios a la vez.


En la ciudad, cogimos agua de un autómata.


Nos dio tiempo a hacer todas esas actividades y más antes de que llegara Tomoko, sus hijas y su madre que nos recogieron en una furgoneta, y salimos para Shuzen-ji, un pueblo balneario cercano.

Había un onsen para los pies, gratis y en la calle para todos.


Fuimos al templo del pueblo, y esa vez cumplimos con todas los rituales shinto ya que estábamos con nuestra familia japonesa. Cuando uno entra al templo, primero se lava uno las manos con agua que se recoge en una especie de cuchara larga.


A continuación hay que echar una moneda a una caja que está delante del altar, dar palmadas y saludar. Compramos omikuji, que son predicciones escritas en un papel y que vienen con un regalito en forma de la mascota del templo, en nuestro caso un gatito. Para Leo, se predecía mucho dinero.


Luego, para que se cumpla la profecía, hay que atar el papelito a una de las cuerdas que están tendidas en el templo.


Se puso a llover, así que después de una pausa en una pastelería, nos montamos en el coche. Fuimos por la costa en busca de una vista del monte Fuji, pero como no hacia buen tiempo, fue un poco difícil. En esta foto se ve un poco a la derecha.


Y nos quedaba volver a Tokyo para pasar la noche.

¡HASTA MAÑANA!

samedi 9 mai 2015

8 de mayo - de vuelta a Kyoto

Iniciamos nuestro lento camino de vuelta hacia Tokyo parando en Kyoto, donde no hicimos nada más que cambiar dinero y dejar las mochilas en la consigna, y cogimos un tren local para Inari, en las afueras de Kyoto. Allí se encuentra un templo en la cima de una montaña, y en el camino hacia él se pasa por debajo de centenares de arcos de madera como los que hay en las entradas de los templos.




Según íbamos subiendo, la muchedumbre se reducía algo, pero en general había mucha gente subiendo y bajando. Cuando creíamos que estábamos a punto de llegar, todavía quedaba más recorrido y terminamos dando la vuelta a 2/3 del final.

Comimos cerca de la estación de Inari en un restaurante que parecía una casa, donde comí los mejores ramen (tallarines japoneses) que jamás he probado. Volvimos a Kyoto y cogimos el autobús para el parque. Chema se fue a visitar un templo cercano.


Teníamos reservados unos asientos en el tren bala hasta Mishima, una ciudad cerca de Tokyo donde habíamos quedado al día siguiente con Tomoko.


En Mishima, nos metimos directamente al hotel.

Hotel Shoumeikan
Ichiban-cho 11-4
Mishima

jeudi 7 mai 2015

7 de mayo - Más Nara

Nos quedaba algunas cosas por recorrer en Nara, aunque habíamos visto lo esencial para contar a los amigos: el buddha gigante y los ciervos. Para el segundo día empezamos por una visita al templo más alejado de la estación (es decir, de nuestro hotel): Kasuga Taisha. Es un templo con múltiples altares anexos, todo pintado de rojo, e innumerables farolillas colgadas del tejado.



Notar el árbol que atraviesa el tejado del templo. También había uno así al lado del hotel, no sé si será una tradición local.


Luego paseamos por los agradables senderos en el bosque alrededor del templo. También había farolas, esta vez de piedra y más grandes, además de aún más altares.


Cambiamos de zona y visitamos 2 jardines japoneses cerca del templo del buddha gigante, Yoshiki-en...


... e Isui-en


Fue un buen rato andando, sin contar que nos habíamos parado a comer entre medias. Anduvimos hasta las 4 de la tarde y nadie se quejó. Como recompensa compramos a los rubios una espada de samurái de espuma que hace ruido cuando la apretas. Muy diver.


¡Adiós, Nara!