La primera acción del día fue de cambiar nuestras bicis convencionales por unas eléctricas. Era mi primera vez en una bici con motor y sí que ayuda, sobre todo en cuesta y con 15 kg en la sillita. En modo poder vas como el rayo. Allí en Kyoto las normas para bici son bastante flexibles, así que puedes ir en las aceras y por prohibido, todo eso con el motorcito puesto, más de una vez rocé o bien la muerte o bien un viejecito con bastón.
El camino hacia las atracciones turísticas de Kyoto es largo. Hay varias zonas de templos y casi todas las mas bonitas están en las afueras. Para empezar llegamos al puente de Toogetsu que está al extremo oeste de la ciudad.
Caminamos una cuesta arriba que se hace interminable con los niños en busca de lo que prometía una señal que decía Children's Playa Área. Cuando llegamos al sitio no había nada más que una llanura de tierra en pleno sol sin nada para jugar. Bajamos por el bosque de bambúes y el templo de Tenryu-ji con su bonito jardín.
Volvimos hacia el puente y nuestras bicis para comer en una terraza algo alejados del mogollón de autobuses turísticos y tiendas de recuerdos que están todos concentrados en un rayo de 20 metros.
En la tarde costó mas dar pedales aun con motor. Llegamos hacia un jardín zen.
Y los niños descubrieron su pasión por la fotografía.
Volvimos a la tienda para prolongar el alquiler de las bicis y nos fuimos a los columpios. Cenamos en la habitación y nos dormimos en seguida de tantos pedales que hemos dado.
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