Nos despedimos de nuestra casa de Awa y nos pusimos en marcha hacia Matsuyama donde teníamos otra reserva de Airbnb, esta vez confirmada y con dirección exacta ya localizada en el Google Maps. Habíamos decidido ir por el interior por una carretera de montaña, pero primero habían que coger un trozo de autopista. Nos paramos en un área de descanso con columpios que habíamos visto el día anterior. Hay muy pocos columpios en Japón, pero cuando los hay, pueden ser impresionantes.
En esa área había no sólo columpios, sino también una macrotienda con 2 restaurantes, un río en que se podía bañar
y un escenario donde se podía ver demostraciones de baile japonés
y hawaiano
Total que nos quedamos tres horas en el área de descanso de la autopista. Luego cogimos un desvío por una carretera por un valle a lo largo de un río. Paramos en un templo budista que había visto en el mapa. Era un sitio precioso con un jardín muy cuidado y miles de detalles para mirar.
Mientras estaban dormidos los rubios seguimos la ruta por el valle, con preciosas vistas a las plantaciones de té.
En Matsuyama, nuestra primera acción fue parar en un minigolf que fue un éxito total para la familia. Luego encontramos nuestro alojamiento y el código que me habían dado para el candado que estaba colgando de la puerta funcionó. Una vez abierto el candado se abría una caja en la cual estaba la llave del piso. Parecía un juego de pista. Esta vez no puedo dar datos de la dirección ya que se trata de una casa privada, pero el piso estaba muy bien, con muchas comodidades.
En esa área había no sólo columpios, sino también una macrotienda con 2 restaurantes, un río en que se podía bañar
y un escenario donde se podía ver demostraciones de baile japonés
y hawaiano
Total que nos quedamos tres horas en el área de descanso de la autopista. Luego cogimos un desvío por una carretera por un valle a lo largo de un río. Paramos en un templo budista que había visto en el mapa. Era un sitio precioso con un jardín muy cuidado y miles de detalles para mirar.
Mientras estaban dormidos los rubios seguimos la ruta por el valle, con preciosas vistas a las plantaciones de té.
En Matsuyama, nuestra primera acción fue parar en un minigolf que fue un éxito total para la familia. Luego encontramos nuestro alojamiento y el código que me habían dado para el candado que estaba colgando de la puerta funcionó. Una vez abierto el candado se abría una caja en la cual estaba la llave del piso. Parecía un juego de pista. Esta vez no puedo dar datos de la dirección ya que se trata de una casa privada, pero el piso estaba muy bien, con muchas comodidades.
¡Hasta mañana!
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